(Fragmento del libro del mismo nombre de MURAKAMI, HARUKI)
"... -Tú has perdido muchas cosas, cientos de cosas valiosas. No se trata de buscar culpables. El problema es que, cada vez que has perdido algo, has abandonado cosas que se hallaban prendidas a ese algo. Era como una especie de señal. No debiste hacerlo. Abandonaste incluso cosas que te convenía conservar. Al hacerlo te has ido desgastando. ¿Por qué? ¿Por qué crees que lo hiciste?
- No lo sé.
-Quizá era inevitable. Cosa del destino, o algo así. No sé cómo expresarlo...
- ¿Propensiones? - apunté.
- Eso es. Propensiones. Un servidor cree que, aunque volvieras a empezar, al final acabarías haciendo lo mismo. Es una propensión. Y rebasado cierto punto, ya no hay marcha atrás. Es demasiado tarde. En eso no puedo ayudarte. Lo único que servidor puede hacer es vigilar este lugar y conectar cosas. Nada más.
- ¿Y qué hago yo? - insistí.
-Te he dicho antes que haré lo que pueda. Me cuidaré de que no haya ningún problema con tu conexión - dijo el hombre carnero-. Pero con eso no basta. Tú también tienes que hacer todo lo que puedas. Quedarse sentado pensando no conduce a ninguna parte. ¿Te das cuenta?
– Sí –constesté-. Entonces, ¿ qué diablos hago?
– Baila –dijo el hombre carnero-. No dejes de bailar mientras suena la música. ¿Lo entiendes? Baila. No dejes de bailar. No pienses por qué lo haces. No le des vueltas ni le busques significados. En realidad, no significa nada. Si te pones a pensar, las piernas se detienen. Y si eso sucediera, servidor no podría hacer nada para ayudarte. Tu conexión desaparecería. Para siempre. Entonces ya sólo podrías vivir en este mundo. Te verías arrastrado desde aquel mundo hasta este mundo. Así que no permitas que tus piernas se detengan. Por muy ridículo que te parezca, no dejes de bailar. Lograrás que lo que ya está endurecido empiece a distenderse. Todavía deberías estar a tiempo. Utiliza todos tus recursos. Echa el resto. No tienes nada que temer. Estás cansado, lo sé. Cansado y asustado. A todos nos sucede. A veces sentimos que todo es un gran error. Y entonces las piernas se detienen.
Alcé la mirada y observé la sombra proyectada en la pared.
– Pero no queda más remedio que bailar –prosiguió el hombre carnero-. Y hacerlo lo mejor que puedas. Deslumbrando a todos. Si lo haces así, quizá pueda ayudarte. Así que baila, baila mientras no cese la música".