A veces me pregunto cómo es odiar. Odiar fuerte, con ganas, sentir ese “que se curta” que a veces tira alguna amiga.
Me gustaría porque no me sale, porque me siento necia esperando peras del olmo y deseándole lo mejor cuando no me las da.
La que me sigo curtiendo soy yo, sin dormir, fantaseando realidades en las que a la gente le importa algo más que su ombligo y a vos te importo yo.
Y sí, la necia soy yo, vos seguís siendo el impotente, el que no quiere estar conmigo pero no puede dejarme ir. Y así me encuentro sosteniendo distancias, por momentos sofocantes, y a la vez necesarias para sobrevivir
No hay comentarios:
Publicar un comentario