Bailando zamba aprendí a refugiarme en la mirada, no en la mia, que quizás resulte el medio, si no en la de mi compañere.
Totalmente contracultural, la mirada de zamba sabe de ver y de encontrar; de hacer que el afuera pierda densidad. Por unos minutos lo único que existe es un cuerpo que no sólo me mira sino que me ve, que abre pañuelo y pecho para acogerme, para ir a mi encuentro, porque más allá de las figuras y los arrestos hay encuentro, aunque sea en un segundo todo se conjuga, hasta la respiración.
Igual esa abstracción de la realidad que provoca esta danza no llega a ser evasión, en todo caso resulta metáfora, imágen valiente de lo que estamos llamados a ser, seres en relación animándose a desnudarse frente a una mirada, que también desnuda, no juzga si no que acompaña
Qué linda tu mirada, poeta querida. Un abrazo.
ResponderEliminarMe identifica todo el sentimiento que contás en poesía! Aunque sé que no lo definis como poesía...Gracias! Nombro poesía a lo Bello.
ResponderEliminarMe queda aún la tarea de despojarme de aquellas otras miradas, miradas de infancia, que dejaron huellas que necesito allanar. Gracias!
ufff yo siento que la niña y la mujer se aunan cuando danzo y muchas veces una mece a la otra para que sienta que todo esta bien. Un aprendizaje de últimos tiempos, todo se allana mejor acompañada. y si necesitas mirada de zamba, yo tengo... gracias a vos
ResponderEliminarMuy cierto
ResponderEliminarNiña y mujer que en su encuentro catalizan la alegria y conjuran las tristezas a traves de la mirada. Hermoso, Mara