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martes, 26 de junio de 2018

y sí

Yo, que siempre desafié con la mirada, temo enfrentar la tuya, adivino que en ella vas a leer lo que pasa en mi y me asusta brindarte un sentimiento que yo no conozco y que vos no queres. Me peleo conmigo misma y sólo reconociéndome podré salir victoriosa y brindarme entera.
No quiero besarte por sólo saciar este delirio emfebrecido que me arrastra a tus brazos, quiero que mis besos sean mensajeros de lo que pasa en mi. Y me desespero. Y espero. Y me acorazo. Te busco y te temo.
¿Qué me hiciste?
Ya no se quien soy ni donde estoy.
Ya no hay certezas.
O sí. Se que me importas aunque lo cayo. Quisiera encontrarte sabiendo, sin culpas, íntegra, total, orgullosa, por sobre todo un pasado que se torna inexistente.
Pero para mi es una necesidad vital ser transparente, como se que me ves; por eso me contengo, espero, pero temo que un encuentro acabe con todas mis buenas intenciones, que no pueda resistirme, que te bese desesperada y feliz ¿Se ahogarían todas mis dudas en tus labios? Te siento cerca.
Creo que sí

jueves, 7 de junio de 2018

III

Llegaste y de repente estabas, eras, sos. Sin más. Podría decir que la jugaste de callado pero no. O sí.
Vendiste humo desde el principio, todos me decían y seguí. Tu presencia fue casi un capricho, uno imperante.
Sentía que vos me querías ahí, no se bien para qué, tampoco si era a mi o a la que vos creías ver. Aunque en el fondo todo termina siendo lo mismo en esta instancia. La vida siempre es un momento, un detalle después. Y preparé mi primer chau, y compré el vino que siempre prometías y te lo regalé. Quería resignificar, porque me volvía abstemia o resignificaba lo que para vos era nada y, para mi, un montón.
Te fuiste y, mientras mi mundo se desmoronaba, volviste con todo. Y, bailando, volví a caer. Ya no tan bocón, más inseguro y con vos la alegría se asomó en besos y caricias atropelladas.
De repente empecé a ser, con todas las letra, sintiendome a mi misma nueva. Encuentros impetuosos, esperas largas, cada vez menos palabras. Algo se diluía, no era yo. Yo seguí estando. Yo siempre fui la constante de esta ecuación. Pero la vida pasa, los tiempos cambian y necesité más. No se si vos tenías, si bien te llamé, no acudiste.. Y claro, me tenías, ahí, como querías. Y el segundo chau salió sin construcción ni anestesia. En carne viva, como estoy.
Te agradezco el encuentro, el humo, los besos, las caricias, el baile y las palabras, sobretodo las palabras porque cuando yo no tenía ganas de decir, las mias se pararon sobre las tuyas y se sintieron acogidas y alentadas, como mi piel con tus caricias y mis ganas con tu nada.