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martes, 26 de febrero de 2019

No me arrepiento de nada

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido:
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio, me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la “niña buena”, la “mujer decente”
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
—ellas habitando en mí queriendo ser yo misma—
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora
como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
–en horas de oficina–
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones
infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

Gioconda Belli

viernes, 22 de febrero de 2019

de palabras, definiciones y límites

Eso de ser
Espacio, vida, aire, simple trascurrir, brotar, sentir, crecer, jugar, jugarsela y seguir.
Seguir, colgar o sostener
Remar ¿hasta cuándo? ¿Hasta dónde?
Fluir
Ser paciente ¿Sí? ¿No? No sé
Atreverse o resignarse
Correr, sí, correr
o no, no
Sentir, esperar, descansar
Conectar
¿Con quién? Conmigo
Sentirme, esperarme y seguir
Seguir
En el fondo siempre es conmigo el tema, siempre son mis palabras. Esas por las que tanto lucho, las que alguna vez no dije y hoy siento mi derecho adquirido.
No se si será cuestión del tiempo, la debilidad o la propia impotencia pero hoy las palabras me dejan mal parada.
¿Será la vida, las expectativas, la confianza?
Hay palabras que se quedan, que de tan pesadas no hay viento que pueda moverlas. Carteles que no identifican pero corroen.
Las palabras no saben mentir, aunque las diga un mentiroso. Las palabras delatan siempre si las sabes leer, oir.
Justo cuando la vida en su belleza me dejó toda revuelta y llena de ganas, parece que el calor hizo llover palabras
palabras que hablan de quien nunca fui
palabras que quizás buscan ponerme límites
palabras que quizás buscan lastimarme
Los límites me gustan menos que las definiciones
y sí, hay palabras que lastiman
En cuanto a quién soy, Mara, sólo esa nombra todo el misterio, no hay otras que puedan abarcarme.
Nisiquiera yo podría definirme.
Sí tengo en claro que no soy, así que gracias por los carteles, no los necesito

miércoles, 20 de febrero de 2019

Energía lunar

La luna, el calor, el cuerpo
La vida, la palabra dicha, la necesidad no expresada
La debilidad, la mente, la potencia mermada
Reconocer la impotencia como propia del destino, cómo comienzo propicio del espacio. Reconocer que ese espacio es el que posibilita el cambio,el sueño que se concreta porque lo caminamos sin apostar a deidades insensibles, apostando a
humanidades abiertas a la danza, comprometidas a la pasión, con la mirada de le otre, el territorio de todes.
Animarse a la autocompasión y la paciencia como bandera por un rato.
Intencionar y dar el primer paso.

martes, 12 de febrero de 2019

Fluir

Vida, sentirte en la piel.
Sentirme, habitarme, encontrarme, soñar con el sólo instante vital. Por una vez, no apurarme. Disfrutar, decirme sí y ser más yo que nunca.
Decirte sí y sentirte ahí sin planes. Estándonos nomás.
Experimentar
Encontrar la forma
Conectar, fluir, aprender qué es eso. Aprehender, en la experiencia, que es lo único que necesitamos.
Ahora. Con todo y con ganas.
Para el futuro hay tiempo