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viernes, 2 de marzo de 2012

“No permito que la mujer…” Análisis de 1Timoteo 2, 8-15


“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones.

Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad. La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la trasgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.”

1 Timoteo 2, 8-15.-

(I) Introducción

Una mujer, católica y practicante, se encuentra con un texto como el de 1 Timoteo 2, 8-15, y no puede menos que incomodarse. Textos como este, quizás por oscuros o mal interpretados, han avalado y dado fundamento a siglos de prejuicios contra las mujeres.

Una puede entender, ubicando al texto en época de composición, la presunta división de roles que plantean los versículos que van del 8 al 10, pero el mandato de silencio, la prohibición de enseñar, sin ningún tipo de esclarecimiento al respecto y planteados como mandatos revelados y eternos, duelen.

La propuesta de este trabajo consiste en mirar un poco más de cerca este texto, tratando de dejar a un lado las interpretaciones que le ha dado la iglesia post apostólica a través de los lentes de la cultura de la época (Aristóteles, Platón, estoicos, etc.), que veía en la mujer un ser inferior. A tal fin se establecerá tanto el contexto histórico, como literario de la pericopa que luego se trabajará en forma particular.

(II) Contexto Histórico

Cuando se aborda cualquier discusión en torno al rol y participación de la mujer en la Iglesia, suele olvidarse un tema importantísimo para la comprensión cabal del pensamiento bíblico neotestamentario: que no se produjo ajeno al entorno de los escritores inspirados, sino que aquellos estaban envueltos en el contexto social y cultural de su época y de su nación.” [1] Contextos que trataré de esbozar a continuación.

La carta está dirigida a Timoteo, quien presidía la comunidad cristiana de Éfeso. Con respecto a dicha ciudad portuaria, fundada en el siglo XII a.c., Erdman nos cuenta que “en tiempo de Pablo era, junto con Alejandría y Antioquia, uno de los tres grandes emporios comerciales del Mediterráneo oriental. Era la capital comercial, además de política, de Asia. Sin embargo, su importancia se debía todavía en gran parte al interés religioso que se centraba en la ciudad. El templo erigido en ella a la diosa Diana era una de las siete maravillas del mundo.”[2]En Hechos 19, 35 encontramos a esta ciudad como “guardiana del templo y de la gran diosa Diana.” En dicho libro, entre el capitulo 18, versículo 19 y el capitulo 19, versículo 41 encontramos referencias a la fundación de la iglesia de la ciudad. Así nos enteramos que, durante su segundo viaje, y tras pasar un tiempo en Corinto, San Pablo se dirigió junto a Aquila y Priscila a Éfeso (Hech 18, 18-19), predicó un tiempo allí y, dejando a sus compañeros en esa ciudad, continuó su viaje hacia Antioquia. Cuando durante su tercer viaje Pablo regresa a Éfeso, una comunidad cristiana se reunía en la casa de Aquila y Priscila y, por distintos motivos, Pablo define como nuevo centro de actividades ese lugar. Al respecto sostiene Rivas: “Alimentando un plan de extender sus actividades hacia el occidente, Pablo buscó como lugar de residencia un lugar en el que estuviera en mejores condiciones de comunicación tanto con las iglesias del Asia como con las de Macedonia y Acaya. En su actividad pastoral, San Pablo nunca descuidó el aspecto de las comunicaciones, por eso buscó siempre los puertos y las carreteras romanas. Como se ve por la larga lista de saludos de Romanos 16, 3-15, en Éfeso había un nutrido grupo de hombres y mujeres que colaboraban con Pablo en la evangelización.”[3]

Hechos 19, 23-40 relata la revuelta de los orfebres, que lucraban con imágenes de la diosa Diana y temían perder su negocio, que movilizan a la ciudad provocando el traslado de San Pablo a Macedonia. Hechos 20, 28-31 manifiesta la advertencia del apóstol a la iglesia de Éfeso sobre los problemas con los falsos maestros. Temática que el autor de 1 Timoteo retoma, como ya se ha puesto de manifiesto, pero frente a un peligro distinto, como podían ser las doctrinas extrañas, no ya relacionadas con el paganismo, sino que parecen tener características judeo-cristianas, algunas, y gnósticas, otras.

La perícopa que nos ocupa debe ser leída en este contexto pero ¿qué rol ocupaba la mujer en estas comunidades?

Yendo un poco hacia atrás, y recurriendo a la información que corporativamente nos ofrecen las escrituras, se esbozará la situación de la mujer en el mundo hebreo y en las comunidades cristianas.

La Torá contiene varios preceptos tendientes a la preservación de la mujer (Ex 20, 12; Lv 19, 3; Dt 21, 18 y ss.). Así encontramos que, no había diferencia en la ofrenda de purificación posterior a un nacimiento en cuanto si el recién nacido fuere varón o mujer; si una mujer era vendida como esclava, se debía liberarla al séptimo año como al varón; las mujeres participaban de las reuniones religiosas de adoración y en llevar las ofrendas para el sacrificio entre otras cosas. En la historia de Israel existen mujeres de relevancia como podrían ser Miriam, Débora, Hulda, Ester, etc., como ejemplos de mujeres en posición de liderazgo, con la bendición de Dios y el apoyo de quienes las rodeaban.

Después del exilio de Babilonia, y bajo la misógina influencia del rabinismo, la situación de la mujer en el judaísmo cambia radicalmente. Se la empieza a considerar inferior al hombre, se la excluye de la participación en el culto de la sinagoga, incluso, hablar con una mujer en público era considerado vergonzoso. El judaísmo se apropia de la oración pagana:“Gracias, Dios, porque no me has hecho ni gentil, ni esclavo, ni mujer”(en la sociedad helenista estos tres motivos de gratitud se atribuían a Tales o a Platón).

En medio de esta realidad nace Jesús quien demuestra tremenda libertad atento a que no sólo trata con mujeres, sino que las perdona, las sana y hasta les enseña. En los mismos evangelios encontramos mujeres que lo siguen fielmente incluso hasta el momento de crucifixión, son constituidas como testigos de la resurrección y acompañan a los discípulos después de la misma. Tanto en el libro de los Hechos como en las distintas cartas encontramos mujeres como Lidia (Hech 16, 15), Priscila (1Cor 16, 19; Rom 16, 3.5), Febe (Rom 16, 12), Evodia y Sintique (Fil 4, 2-3), Junia (Rom 16, 7), Trifena, Trifosa, Pérsida (Rom 16, 6.12) y las hijas de Felipe. Todas presentes como parte de la formación de la iglesia del primer siglo.

Esta forma de vida chocaba con los valores dominantes en la sociedad helenista, y así se explica que las primitivas comunidades cristianas hayan ejercido una singular atracción sobre muchas mujeres en el imperio, que encontraban posibilidades de participación que les eran negadas en la sociedad en general.

Así las cosas, ¿Cómo era la realidad que vivía la comunidad de Timoteo?

Como es conocido, en la zona de Asia menor, lo femenino (la Gran Madre) era considerado la fuente de la vida. Esta Gran Madre se adoraba en Éfeso como Diana, de cuyo templo ya se ha hecho mención; a su vez, los mitos gnósticos la identificaban con Eva, que no sólo traía la vida sino el conocimiento a Adán. La propagación de las enseñanzas gnósticas era una de las preocupaciones del autor de la primera carta a Timoteo ¿Tendrá esto relación sobre el rol que exige a las mujeres el autor de 1Timoteo?

(III) Contexto Literario

Al ser las cartas documentos redactados de una vez, las distintas partes que las estructuran, en la generalidad de los casos, se iluminan mutuamente; por lo que el contexto literario del texto en estudio resulta ser la Primer Carta a Timoteo. A fin de aclarar dicho contexto, se presentará de forma sintética la mencionada epístola, así como una estructura propuesta de la misma.

Estamos frente a una carta dirigida a Timoteo, delegado en la región de Éfeso, que pareciera tener como objeto darle recomendaciones en lo atinente a la preservación de la comunidad cristiana local.

Si bien la carta va dirigida a quien presidía la Iglesia de Éfeso, se sostiene que fue pensada para todos los miembros de la comunidad, lo que se sustenta en el propio contenido de la carta y en que el saludo final va en plural: “La gracia sea con vosotros”(6, 21b).

Al comienzo de esta carta, al igual que en el resto de las pastorales (2 Tim 1, 1 y Tito 1,1) el autor se identifica como Pablo, sin embargo ya desde el siglo XIX han surgido voces que niegan dicha autoría.

En cuanto al tiempo de redacción de la misma, distintas son las opiniones de los entendidos, que oscilan entre el año 64 y el 100 de nuestra era.

A simple vista, la principal preocupación del autor de esta carta sería el contrarrestar la influencia de falsos maestros que acecharían la comunidad. Según Rivas: “Algunos parecen tener características judeo-cristianas, porque el autor de la carta muestra preocupación por el verdadero lugar de la ley en la vida de los cristianos (1, 8-11). También habría alguno de tendencias gnósticas, porque dice que estos maestros prohíben el matrimonio y ciertos alimentos (4, 3-5)”[4]

Así encontramos que los planteos se centran alrededor de lo que se habla, se dice y se enseña, lo que se desprende de la estructura que se presentará a continuación.

· 1, 1-2. Encabezamiento y saludo.

· 1, 3-20. Relación de la comunidad con situaciones externas que la amenazan (Falsos Doctores y Doctrinas).

Aquí encontramos: “Que no enseñasen doctrinas extrañas” (1, 3); “han venido a caer en una vana palabrería” (1, 6); “sin entender lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman” (1, 7).

· 2, 1-3, 16. Situación de la comunidad hacia adentro (Oración – Ministros de la iglesia).

“No permito que la mujer enseñe” (2, 12); “el epíscopo sea…apto para enseñar” (3, 2).

· 4, 1-6, 21ª. Recomendaciones a Timoteo.(Falsas doctrinas-verdadera piedad; exhortaciones; viudas; presbíteros; esclavos; falsos doctores).

“Si tú enseñas estas cosas a los hermanos” (4, 6); “rechaza las fábulas profanas y los cuentos de viejas” (4, 7); “predica y enseña estas cosas” (4, 11); “dedícate a la lectura, la exhortación y la enseñanza” (4, 13); “vela por ti mismo y por la enseñanza” (4, 16); “haber educado bien a los hijos” (5, 10); “se vuelven charlatanas y entrometidas, hablando de lo que no deben” (5, 13); “los que se afanan en la predicación y en la enseñanza” (5, 17); “esto debes enseñar y recomendar” (6, 2); “si alguno enseña otra cosa” (6, 3); “evita la palabrería profana, y también las objeciones de la falsa ciencia; algunos que la profesaban se han apartado de la fe” (6, 20-21a).

· 6, 21b. Saludo final.

Las mujeres en las cartas pastorales

Como ya se ha dicho, las Cartas Pastorales proceden del Asia Menor y combaten reiteradamente las doctrinas extrañas. Hay quien sostiene que dichas doctrinas no sólo tenían gran aceptación entre las mujeres sino que además eran ellas quienes las propagaban, sobretodo porque muchas veían en ellas la liberación de la sumisión patriarcal. Así en 1Tim 4, 7 encontramos que a estas doctrinas se las trata de “cuentos de viejas”, dando indicio de que las difundían; además si los pastorales hacen tanto hincapié en la prohibición de enseñar es porque las mujeres lo hacían y esto molestaba.

En el capítulo 3 de 2Tim, el autor llama a las destinatarias de la enseñanza “mujerzuelas”, por ser seres fácilmente engañables. Raymond E. Brown sostiene que no se referiría a todas las mujeres atento a que “en otro lugar de las pastorales se muestra estima por las viudas verdaderas (1Tim 5, 3), y se piensa en las mujeres como posibles diáconos (3, 11). Las mujeres mayores tienen que enseñar lo bueno (Tito 2, 3) y ser estimadas (1Tim 5, 2)”.[5] Atento lo que deja en evidencia que, más allá del interés de adaptarse a las estructuras de poder que se manejaban en la sociedad helenista, en las Cartas Pastorales se percibe una sutil diferenciación entre las mujeres que encajaban con dichas estructuras y las que no. Las mujeres no pueden enseñar, sin embargo las ancianas pueden instruir a las jóvenes, aunque sólo en los valores domésticos tradicionales.

(IV) Análisis del pasaje

Limites del texto

El texto al que se pretende dar análisis es el que abarca los versículos 8 al 15 del capitulo 2 de la primer carta a Timoteo. Entre los indicadores que ayudan a fijar dichos límites podemos encontrar uno temático, ya que en los versículos anteriores (2, 1-7) el autor de la carta exhorta a la comunidad a orar por todos los hombres que tienen autoridad y argumenta tal exhortación; entre los versículos 8 y 15, en cambio, el autor indica como deben enfrentar hombres y mujeres los momentos de oración, tras lo que refuta, siguiendo el tenor del resto de la carta, falsas doctrinas. En 3, 1 cambia nuevamente el tema y se comienza a tratar el de los epíscopos.

Estructura propuesta

§ Instrucciones a los varones (2, 8).

§ Indicaciones a las mujeres que daban oídos a las falsas doctrinas (2, 9-12).

§ Refutación de falsas doctrinas (2, 13-15).

Claves de Lectura

A continuación se presentaran algunas claves de lectura del texto para así clarificar la estructura propuesta precedentemente.

§ 2, 8: Al referir se a los varones requiere que “oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas”. Manos piadosas es una metonimia que representa la condición del adorador.

§ 2, 9-10: En oposición a lo anterior a las mujeres se las invita, figuradamente, a vestirse, o adornarse, con buenas obras.

§ 2, 11: “La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión.” En un principio cabria preguntarse si el autor de este texto se dirigía a todas las mujeres o a un grupo en particular. Para llegar a una respuesta, es viable tener en cuenta algunas consideraciones de índole gramatical. Margarita Muñiz sostiene que en griego la presencia del articulo en una frase indica identidad y su ausencia enfatiza el carácter del término que acompaña. Así las cosas, si bien la traducción de la Biblia de Jerusalén nos habla en estos versículos de “la mujer”, en el texto griego se habla de giné, sin articulo, lo que nos diría que no estarían todas las mujeres incluidas en este mandato, sino que el autor se estaría dirigiendo a un grupo en particular de mujeres, que en el marco de la temática de la carta ¿Serían las que se estaban dejando impregnar por las falsas doctrinas? Las exhorta a oír la instrucción en silencio, con toda sumisión. ¿Se trata de un mandato denigratorio? Si bien en Deut 31, 12 leemos que Moisés ordena “Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que vive en tus ciudades, para que oigan, y aprendan a temer a Yahvé vuestro Dios, y cuídense de poner en práctica todas las palabras de esta ley”, como ya se ha dicho, tras el exilio en Babilonia, y fundándose en el Génesis, a las mujeres no sólo se les fue vetado el participar en el culto en las sinagogas, si no también aprender la Torá. En este texto se exhorta a esas mujeres a oír la instrucción, se les devuelve, como Jesús lo había hecho, un derecho que se le había arrebatado tanto en el mundo hebreo como en el pagano. ¿Lo denigratorio sería, entonces, que el mandato era oírla en silencio? La palabra que se utiliza en el texto griego es hesugia, que no significa el hecho de no emitir palabra, significa estar tranquilo, en quietud, quizás la quietud necesaria en cualquiera que quiere aprender de su maestro. Además se las exhorta a oír la instrucción con toda sumisión ¿A quién? El texto no lo dice, así que no hay razón para suponer que sea a los varones y/o maridos. En el contexto no sólo del pasaje, sino de toda la carta, se puede interpretar que se requiere sumisión a los verdaderos maestros, los que enseñaban la verdadera doctrina.

§ 2, 12: “No permito que la mujer enseñe ni domine al hombre. Que se mantenga en silencio”. El versículo comienza “No permito”, epitrepsein en griego. El uso de este verbo en el Testamento Cristiano responde a un permiso puntual (Mc 5, 13; Jn 19, 38; Hech 21, 39-40; 26, 1; 27, 3; 28, 16, entre otros). Ante lo que podemos concluir que es una prohibición puntual a la situación que vivía la comunidad cristiana de Éfeso en aquel momento. Siguiendo la misma línea de interpretación que en el versículo 11, en el versículo 12 la palabra mujer (ginaiki) aparece nuevamente sin articulo por lo que no se les estaría prohibiendo enseñar a todas las mujeres; además, el verbo que se utiliza es didaskein, que en las cartas pastorales aparece en contextos que implican el contenido de la enseñanza, ya se trate de falsas doctrinas o de la verdadera doctrina. O sea que si en este versículo se interpretara que se habla de la enseñanza en general estaríamos ante un uso de excepción del vocablo en las propias cartas pastorales. Atento estos argumentos, y en razón del contexto literario, se puede considerar que lo que se está prohibiendo es que ciertas mujeres enseñen falsas doctrinas. En cuanto a “authentein”, que en los textos castellanos se traduce como “domine”, es algo más complicado de comprender. Este es el único texto en que aparece este término en el Testamento Cristiano, y atento a que su significado parece haber variado en el tiempo, se complica establecer que quería decir el autor en el contexto de 1 Timoteo. Hay quien sostiene que implicaría una usurpación de autoridad, de ahí el recurso a la figura de Eva como supuesta argumentación. Otros, en un contexto más cristiano y tal vez más inclusivo, creen que se trataría de la aplicación de un principio general, el que da Jesús a sus discípulos en Mt 20, 24-28, aplicado a un caso particular, estas mujeres que estaban siendo atraídas por las falsas doctrinas, y que debían oír en quietud la instrucción en la doctrina verdadera antes de poder enseñar. Sin embargo, la interpretación de los versículos que siguen nos conducen a una interpretación distinta.

§ 2, 13-14: “Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la trasgresión”. Ese “Porque” que da inicio al versículo, es la interpretación como causal de la conjunción “gar”, que dependiendo del contexto puede ser causal o explicativa. Gracias a este tipo de interpretación, se entiende que estos versículos hablan de la prioridad temporal y de la prioridad de culpa como fundamento de que la mujer no pueda enseñar ni ejercer liderazgo. Habría que preguntarse si este tipo de exégesis no va en contra, incluso, del propio relato de la creación. Esta partícula es la que relaciona las dos partes de la perícopa, la que va del versículo 8 al 12 y la que va del versículo 13 al 15, y se la debería interpretar no sólo en ese contexto, sino también en el contexto de la carta en si. Como ya se mencionó en reiteradas oportunidades, la principal preocupación del autor de la carta pareciera ser el tema de las falsas doctrinas que rondaban la comunidad cristiana de Éfeso, también se comentó que una de las doctrinas peligrosas era la gnóstica, así como que uno de sus mitos, pregonaba a Eva como fuente de vida y quién dio la gnosis a Adán. Entonces ¿no sería más viable, y también más coherente con el contexto, considerar “gar” como una partícula explicativa? De ese modo y tomando el vocablo, del versículo 12, authentein en su acepción de “autor u originador”, se podría concluir, siguiendo a Margarita Muñiz, que lo que el autor “está prohibiendo es que la mujer enseñe o se proclame autora y originadora del hombre”[6], como respuesta al mito gnóstico. Sostiene la misma autora que “el verso 13 puede entenderse como una refutación de dicha enseñanza. Se les prohíbe a las mujeres que enseñen que la actividad femenina dio la vida al hombre, porque, de acuerdo con las escrituras Adán fue creado primero. Por otra parte, Eva no trajo el conocimiento (gnosis), sino que, siendo engañada, cayó en trasgresión”[7]. Se podrían citar otros ejemplos, en las cartas pastorales, en los que en principio se indica la herejía y luego se la refuta, como podrían ser 1Timoteo 4, 3-5 y 2Timoteo 2, 17-19, entre otros. Es dable aclarar que, en contraposición a lo que ocurre en los versículos 11 y 12, cuando en el versículo 14 aparece el vocablo mujer, lo hace precedido por el articulo, denominado como de mención previa, en clara referencia a Eva, quien “seducida, incurrió en trasgresión”. Esto es importante para no arribar a la errónea conclusión de que toda mujer es susceptible de ser engañada por el sólo hecho de serlo, y así ser inferior al varón, que según el texto, no fue engañado. Aunque, de todas formas, no logra suavizar un versículo que, a la luz de la teología masculino-mayoritaria, enseña que el pecado fue introducido en el mundo por una mujer. “La teología bíblica del pecado parece ser, pues una teología que echa la culpa a la victima, que hace a las victimas de la dominación responsables y merecedoras de su propia explotación y opresión”[8]

§ 2, 15: “Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad”. Casi unánime es la creencia de que este versículo obra a modo de respuesta a los falsos doctores que prohibían el matrimonio. Ahora, es válido preguntarse ¿Quiénes son los sujetos de los dos verbos que encontramos en el versículo? ¿Quién se salvará por su maternidad (también se puede traducir como “mediante el engendramiento”)? ¿Se refiere a toda mujer o a Eva? El texto es oscuro al respecto. A su vez, “mientras persevere...” no es la traducción literal, el verbo en griego está en plural “eán meímosin”, si permanecieren o permanecen. Así las cosas, puede referirse a las mujeres, o a ellas y a los varones del versículo 8. Si se toma esa segunda interpretación, es viable concluir que frente a las doctrinas que prohibían el matrimonio, el autor propugna la relación armónica de varones y mujeres quienes deben permanecer “con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.”

(V) Conclusión

Hay quien sostiene “que la tradición deuteropaulina, la más androcéntrica y acomodaticia al imperio, prevaleció y fue canonizada”[9]Así es como, aun hoy, encontramos textos como el que se analiza, en el que si bien el autor se refiere a la situación particular de una comunidad como fue la de Éfeso, se pretenden interpretar como mandatos de carácter permanente.

La canonización de este tipo de textos, que no sólo oprimen a las mujeres ya que la legitimación del orden patriarcal va acompañada de la aceptación sin reservas del orden político del imperio (1Tim 2, 1-2; Tit 3, 1), deja en claro que bajo la capa de legitimación teológica muchas veces se encubrieron prejuicios e intereses bastante opuestos a la causa de Jesús.

La Iglesia hoy, que debiera ser inclusiva, de comunión y signo, debería ser capaz de leer los signos de los tiempos y animarse a reinterpretar los textos a la luz de los Evangelios, reconociendo los condicionamientos culturales y políticos de la historia del cristianismo. Así, como miembros de la Iglesia, deberíamos sabernos legitimados y obligados a promover la pertinente critica institucional, dando lugar a la creación de estructuras que a imagen de las primitivas comunidades cristianas incluyan a todos sus miembros en pie de igualdad y como hermanos.

Bibliografía

  • AGUIRRE, Rafael. “Del Movimiento de Jesús a la iglesia cristiana. Ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo.” Estella, 1998.
  • Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998.
  • BROWN, Raymond E. “Las iglesias que los apóstoles nos dejaron”. Cristianismo y Sociedad. Desclée de Brouwer, 2000.
  • ERDMAN, Charles R. “La epístola a los efesios”. T.E.L.L., 1975.
  • RIVAS, Luis Heriberto. “San Pablo. Su vida. Sus cartas. Su teología”. Colección Andamios. San Benito, 2001.
  • SCHÜSSLER FIORENZA, Elisabeth. “Los Caminos de la sabiduría. Una introducción a la interpretación feminista de la Biblia”. Colección Presencia teológica. Sal Térrea, 2004.

Material de Internet

· MUÑIZ, Margarita. La interpretación bíblica y el papel de la mujer”. En www.estudios.iglesia.net/leer.php?id=237_0_1_55_M6.

· DE VARAS, Lola. “1Timoteo 2, 11-15. Medidas anti gnósticas contra las mujeres”. En www.womenpriests.org.



[1] MUÑIZ, Margarita: “La interpretación bíblica y el papel de la mujer”.

[2] ERDMAN, Charles R.: “La epístola a los efesios”. P. 6.

[3] RIVAS, Luis Heriberto: Ibidem. Pp. 45/46.

[4] RIVAS, Luis Heriberto: “San Pablo…”. Pp. 103/104.

[5] BROWN, Raymond E.: “Las Iglesias que…” p. 57, nota 61.

[6] MUÑIZ, Margarita: Ibiden

[7] MUÑIZ, Margarita: Ibiden

[8] SCHÜSSLER FIORENZA, Elisabeth: “Los caminos de…” p. 151.

[9] AGUIRRE, Rafael: “Del movimiento de…” p. 219.

1 comentario:

  1. Lo que siento que me hace mucho ruido es cómo muchas lecturas ponen en el mismo nivel de verdad revelada la resurrección, por caso, y estas cosas que son sumamente coyunturales y tendenciosas.
    Y que ni siquiera se plantee una mirada en perspectiva...

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